El hombre es un narrador.
Desde niños tenemos hambre de historias, como de alimentos. Ya sean en forma de cuentos, novelas, películas, canciones o noticias... las historias influyen en nuestra vida aunque no nos demos cuenta. A menudo pensamos lo que está bien o mal basándonos en los personajes y en las historias que nos han contado. Con las historias aprendemos y nos ayudan a entender quiénes somos.
Las historias de todas las épocas tienen un argumento común donde existen “héroes” que para llevar a cabo un sueño se enfrentan a situaciones difíciles y luchan contra el mal empujados por la fuerza del amor que les hace valientes. Sumergiéndonos en las historias podemos encontrar motivaciones heroicas para enfrentar los retos de la vida.
Pero no todas las historias son buenas. Cuántas historias nos hipnotizan convenciéndonos de que necesitamos tener, poseer, consumir para ser felices. Mientras que las historias malas tienen una vida breve, una buena historia salta los límites del espacio y del tiempo. Escrita hace siglos sigue siendo actual porque alimenta la vida.
La Sagrada Escritura es una Historia de historias. ¡Cuántas vivencias, pueblos y personas nos presenta! Nos muestra desde el principio a un Dios que es creador y narrador al mismo tiempo. En este sentido, la Biblia es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad y en el centro de ella está Jesús.
Necesitamos crear relatos bonitos, verdaderos y buenos. Necesitamos historias que saquen a la luz la verdad de lo que somos y de lo que vivimos cada día y en cada época.
La pandemia del coronavirus que ahora nos afecta, nos está haciendo testigos de excepción de un acontecimiento histórico con argumento real del que somos protagonistas. Un acontecimiento que podemos contar en primera persona, que nos hace pensar y darnos cuenta de la importancia de la vida y de todo lo que vivimos.
"Tu vida es historia". Saber leer nuestra vida y sus acontecimientos; destacarlos, agradecerlos, interpretarlos, es la intención del lema de este curso que comienza.